domingo, 19 de octubre de 2008

El olor del cielo (minificción de María Rosa Lojo)

Un día por año, durante una hora, es posible abrir la puerta del Cielo. El único requisito es estar atento para percibir el resplandor muy leve que dibuja en la pared de enfrente los contornos delicados y precisos de una puerta.
Hay que empujarla con las dos manos y apoyar después todo el cuerpo, suavemente. Se sabe que uno ha entrado sólo por el olor del Cielo, que es peculiar e inolvidable y no se parece a ninguno de los olores de la Tierra, ni siquiera al jazmín del Cabo o a la algalia, o al clavel o a las rosas de Cádiz, o al almizcle.
No es posible recordar nada más porque el olor del Cielo marea y desmaya, confunde y oblitera todos los otros sentidos. Nadie puede relatar, por tanto, su visita al Cielo, porque su único recuerdo es un olor, y éste es indescriptible, e imperceptible para todos los demás seres humanos. Pero sí puede presentar la prueba, porque detrás del visitante se alinean los gatos y olfatean con adoración al que regresa del Cielo y maúllan, despechados, a la Luna que nunca baja, que siempre está demasiado lejos para olerla.

2 comentarios:

Pablo Pac dijo...

Mis felicitaciones a María Rosa. Una visión diferente del cielo, nunca imagine conocerlo así, por el aroma.


Pablo

flavia Alzogaray dijo...

Me parece que Maria Rosa estaba con "su mes", en el momento de escribir su cuento, y debio ir a cambiarse la toallita, por eso cuando escribio el final no se acordaba de como empezaba el cuento. Resumiendo en tres palabras "FLOR DE BASURA"