lunes, 17 de agosto de 2009

El viaje

a Belén

Ahora no tengo salida. Voy a iniciar otro viaje. Mi jeringa está lista. Antes, me acurruco y miro. La tarde tiene la coloración de los días cambiados, ésos en los que uno no se encuentra con uno ni con el mundo. Me rodea la gente, tanta gente anónima y encapsulada en su propia soledad, en su lluvia hacia adentro.
Voy a iniciar otro viaje. Antes, escucho la risa redonda y perfecta de una chica que nombra con atenuado reproche al novio que la salpica con agua de mar. Miro a una madre que llama con inusitada dulzura a su hijo que juega en la arena. Pienso: si una vez, si una sola vez alguien hubiera llamado así a mi corazón, ahora tendría una salida o nunca hubiera emprendido un viaje.

O.V.B.

Machista

-¿Sabías que el caballo blanco de San Martín era en realidad una yegua?-preguntó ella.
-No- contestó él.
-¿Y que el caballo de Troya también era una yegua?
-Tampoco lo sabía.
-¿Y que el caballo de bastos es, desde luego, otra yegua?
-No me lo imaginaba.
-¿Te das cuenta?- dijo ella, indignada- ¡Qué cultura machista tenemos!
-Cierto- dijo él y siguió lavando los platos.

O.V.B.

domingo, 21 de junio de 2009

"Lo ocultado" por María Belén Sigot

¿Quién separa tu sangre de la mía?
Olga Orozco

La mujer alguna vez fue una niña que salía a buscar al padre que jugaba, eternamente, a las escondidas. Y mientras él correteaba por los cómodos pasajes de la ausencia, a ella, la de las pesquisas constantes, la entramparon horarios adultos, hacedores de las monedas que ninguna mano de hombre podría alcanzarle, aunque su infancia clamaba por juegos, libros y relojes libres.
La mujer alguna vez fue una muchacha que encontró al padre, que se ocultaba cerca, desmedidamente cerca, tras una máscara incrustada sobre el rostro, las manos, el abrazo, y lo dicho.
Entonces, la mujer alguna vez fue una muchacha que amordazó por demasiado tiempo lo que su cuerpo y su alma gritaban.
Pero la muchacha, ahora, es una mujer cansada de disfrazar nombres y palabras, hastiada de tanto secreto pesándole sobre los hombros. Una mujer decidida a pegarle un tiro en la sien al silencio, para que la verdad venga de una vez por todas a alivianarle los andares.

"Del expresar" por Natalia Cuevas

Si como una respuesta santa a mí vinieran
en tiempo y forma y con fuego esas palabras,
para decir como se debe aquello que no digo,
liberarme de la imprecisión y de sus lanzas.

Si como una respuesta santa a mí viniera
el definir perfecto de lo que es
dormirse sin plegarias.
Acunar como un demente tanto no olvido,
saberse frente al otro sin las máscaras,
amar y desamar pero no como en los libros,
decir adiós a los temores
pero a la vez cuidar frenético la espalda,
embarcarse en la búsqueda de un todo
para después anclar entre migajas.

Si como una respuesta santa a mí vinieran
con sencillez y con altura esas palabras
prometería olvidar tu belleza
cerrándole mis patios y mis salas,
prometería ver como ellos ven,
llevando a una gran cruz
o a una hoguera tantas ideas vanas.

lunes, 8 de junio de 2009

Dos poemas de Eduardo Espósito

TODO NOTICIAS

De qué se ríen cuando ríen los políticos
los estadistas los falsarios
de qué se ríen/ sardónicos
con ese rictus cocaine que los condena
De quién se mofan cuando se ríen/
de aquél que aún cree en la democracia?

De qué se burla el abogado indefendible
de su propia mentira edenizada?
del dios invertebrado que lo habita?
de su piel que no resiste humanidad?

De qué se ofenden cuando se ofenden
los pedófilos
La policía transgénica
el lastre de la coima
su hueso expuesto y familiar.


CASTIDAD

a Marité Arias

Monedas de carne en la ranura
Centavos de amor como limosna
Reír sobre la leche derramada
Oír el ruido de rotas caderas
Eso es todo
Lo que fue lamido por un gato
Cierta postrer migaja repudiada
Y ese hueco sin llave
con su luz de otros días

domingo, 19 de abril de 2009

Pacto

Fausto Salinas, como el Fausto eterno, decidió pactar con el diablo.
-Te entrego mi alma- propuso- a cambio de que todas las mujeres quieran tenerme en sus brazos.
-¿Eso es todo?- preguntó Lucifer.
-Eso es todo- confirmó Fausto Salinas, antes, poco antes de que el Rey de las Tinieblas lo convirtiera en un bebé, un bellísimo bebé de sonrisa irresistible.

O.V.B.

Paradoja

Le compraba vestidos, joyas y zapatos. Los más caros. La lucía en fiestas y viajes. Siempre estaba espléndida. Siempre era la más elegante, la mejor vestida de todas las mujeres. Todo, para tener el privilegio de verla desnuda.

O.V.B.

Pedido

-No mirés nunca debajo de mi cama- le pidió la viuda a su nueva pareja.
-¿Por qué, mi amor?- le preguntó él.
-Porque ahí descansan las almas de mis siete maridos anteriores- contestó ella.
Al octavo no lo mató la curiosidad, lo mató el insomnio.

O.V.B.

2 poemas de Rubén Derlis

Jornada

Apago la lámpara
cuando el trinar del alba enciende el
nuevo día.

Una íntima música fue la compañía
necesaria.
El silencio arropa a mi hijo
que descansa su alegría.

Trabajé duro esta madrugada
levantando ladrillo a ladrillo la casa de
la vida.

del libro "Viento solar"


Los días de ayer

hace que no te veo dos lluvias y un otoño

sin embargo sabiendo de la espera
y que al fin de la espera nada será
sé que aguardarte es más que dos cielos sin sol
y una estación sin tu regreso

hace que no te veo dos lluvias y un otoño
la suma del recuerdo y el olvido.

del libro "Cuaderno de otros nombres"

lunes, 2 de marzo de 2009

"Soltar las riendas"cuento de Silvia Plager

Mi amiga Erlinda es feliz.
Cuando con las chicas jugamos a las cartas e intentamos olvidarnos de nuestros achaques y penurias, no la nombramos. Traer la presencia de Erlinda a esa mesa sería como negarnos el recreo de los jueves por la tarde. Nuestro grupo lo tiene todo organizado: los lunes al mediodía, ikebana; los martes a la tarde, curso de repostería; los miércoles por la mañana, gimnasia para la tercera edad; los jueves, té canasta; los viernes, tertulia literaria; los sábados por la noche, cine; los domingos, almuerzo familiar.
Digo que Erlinda es feliz y no miento. En estos tiempos donde cada uno disfraza como puede su tristeza, ella se da el lujo de la felicidad.
Algún que otro domingo, el grupo combina ir de visita a su casa. Hacemos el sacrificio del viaje impulsadas por el cariño que le tenemos y porque necesitamos entender cómo se puede vivir en un barrio apartado de la mano de Dios sin morirse de miedo y aburrimiento. Y se lo preguntamos siempre. Entonces, Erlinda sonríe y nos dice que el miedo también vive de los edificios de departamentos y que ella nunca está sola porque sus sueños se cuelan por todos los rincones y cuando abre los ojos es como si aún los tuviera cerrados.
Que las locas ocurrencias de sus fantasmas nocturnos no respetan horarios ni disciplinas no es novedad. Sin ir más lejos, la última vez nos contó que el viernes pasado tuvo siete años y un moño blanco en el pelo y que la mano de su papá era grande y blanda como un colchón. Ese mismo día, a la siesta, la mamá se columpiaba en un trapecio de circo y Erlinda, muy tiesa en su vestido de volados, miraba a lo alto y enviaba besos.
También nos contó que volvió a dar a luz a su hijo mayor y que su marido, más joven y apuesto que de recién casado, le obsequió un ramo de clavelinas. Y luego nos dijo que sus hermanos y ella habían dormido en casa de los abuelos y que al mediodía, trepados a un árbol, entendieron que el tiempo no existía.
"Erlinda, si todos son sueños- le decimos- ahora eres viuda y tus hijos son grandes y están viviendo en el extranjero"
"Ya sé que son sueños"- nos responde invariablemente.
Para Erlinda no hay diferencia entre lo que es o no es, y así como nosotras organizamos nuestra actividad semanal, ella organiza sus sueños.
Está tan ocupada, dice, que apenas si le queda un espacio para dedicarlo a las compras, la limpieza de la casa y el pequeño jardín.
"Tu pastel de manzanas está delicioso, tu piso huele a cera, pero tus plantas, pobrecitas!, son una maraña, suele recriminarle Carlota, la más irónica de las cinco.
Erlinda suspira, se acomoda el rodete como quien ha recibido uun cumplido y dice"Los jardines ordenados desordenan los sueños. Con cada cosa en su sitio y todo bien diferenciado, sólo hay cabida para el hoy, y eso, queridas amigas, es muy aburrido".
No queremos tomarlo como un insulto, sin embargo nos defendemos, y le decimos que nosotras lo tenemos todo previsto para no aburrirnos jamás.
La que se enfurece es Teodora, la más joven, que acaba de ser abuela por décimoquinta vez y que no puede con su alma de tanto ir y venir. Cómo se atrevía Erlinda a sugerir, tan siquiera, que alguien con seis hijos y quince nietos pudiera sentir aburrimiento. Entonces Teodora saca de su bolso una tira de fotografías, una aguja de crochet y un ovillo de lana color patito y después de enumerar las proezas las proezas de sus descendientes se dispone a tejer escarpines. Sin ser cruel debo reconocer que la pobre Teo se ha vuelto un poco reiterativa con eso de que la gente que tiene las manos y la mente ocupada no anda distrayéndose en pavadas.Porque a Queca y a mí el ikebana nos ha sorbido el seso y no hay mesita o estante que no tenga uno. Pero qué nos puede importar que los arreglos florales de tanto adornar no adornen. Nos gustan y punto.
Lo mismo debe sucederle a Erlinda con sus sueños, le caminan por toda la casa como chicos malcriados porque ella les ha soltado las riendas y ahora no hay quién los pare.
Para que me entiendan bien les diré un refrán que mi tía Alcira-mujer sabia- solía decir:"Dime con quién andas y te diré quién eres"
Nosotras andamos en grupo como alborotadas jovencitas. Y Erlinda sólo anda con ella misma; así las palabras que le nacen de adentro revolotean por donde les viene en gana hasta que se organizan en imágenes. De ahí al soñar hay un paso tan corto y ágil como el de una japonesa.
De no ser porque finalmente sucedió lo que tenía que suceder con tanto descampado alrededor, todavía estaríamos comiendo pastel de manzanas, oliendo cera y admirando esa selva diminuta donde gomeros, laureles, cerezos, araucarias y cipreses eran abrazados por filodendros, tacos de reina, rosas chinas y enamoradas del muro que, a fuerza de abrirse camino, se enamoraban de cualquier tronco o superficie que se les cruzase.
A veces, cuando me pongo a pensar en los nuevos dueños, me pregunto si el tesón demoledor con que ellos transformaron el jardín rebelde en un patio embaldosado no se habrá debido a que los sueños de Erlinda aún seguían enredados en sus árboles y plantas.
Ya no me cabe duda de que si Erlinda hizo lo que hizo fue para que sus sueños vivieran.
"Qué bien-dijimos nosotras cuando vimos el parque de diversiones que se había levantado-ahora Erlinda no se sentirá sola"
"No hay peor ciego que el que no quiere ver", también acostumbra a sentenciar tía Alcira. Y nosotras no quisimos ver que ese monstruo de acero sería la perdición de nuestra amiga.
Día y noche, para convocar a los vecinos próximos y distantes, los altavoces difundían una música que espantaba pájaros y duendes.
La gente que aullaba en la montaña rusa, descabezaba muñecas y coronaba botellas con aros de plástico, seguramente detestaba el murmullo del viento, el batir de persianas, el silbido del paseante solitario, el trinar de las aves y el lamento lejano del tren.
Después de una noche en que la vigilia sólo estuvo poblada por los intrusos de enfrente y que de sus cabezas no obtuvo ni siquiera el sueño más huidizo, Erlinda taponó sus oídos, y se volvió a acostar.
Yo me digo que tal vez sus sueños se unieron los unos a los otros como las sábanas que el prisionero ata para huir de prisión. Y me la imagino a Erlinda deslizándose por ellas, olvidada de actos tan triviales como comer o despertar. Por eso, cuando las chicas dicen:"qué muerte triste la de Erlinda, enterrada en esa casa y sin que nadie le tienda una mano", yo pienso en sus sueños, alineados como cerco de ligustro para defenderla de la mirada ajena, y me vuelvo a decir:"Mi amiga Erlinda es feliz"

jueves, 12 de febrero de 2009

Un poema de Alejandro Schmidt

Pan del fantasma

Ser buscado en el corazón
comido dulcemente

poseer un espejo de plata
con los rostros más altos

y esta ropa podrida por la lluvia
y esta fe

Un poema de Rolando Revagliatti

Cansados

Los huesos están cansados
No hay modo de no estar cansados
aunque haya descanso

Los huesos están exhaustos
Por eso no hay modo de no
estar cansados
aunque haya descanso

Los huesos, además, están hartos
de soportarnos, de tolerarnos
nos odien
o nos amen

Los huesos nos expulsan
suplican que los dejemos ir

Detestan que los retengamos
que los exijamos todavía

"No es humano!", chillan

( a mi madre)

2 poemas de Eduardo Espósito

Poema Miope


Atravesar la membrana del viento
y hallar al otro lado del mismo
una gran nariz respirando por uno
Cruzar los tegumentos del tiempo
y encontrar en el revés de la trama
a un niño y a un viejo pegados por la espalda
Sumergirse luego en la piel de la tierra
y llegar a la China
como nos habían contado los abuelos
Comprender entonces que toda barrera
es fruto oscuro de la perversidad de un semidiós
que nos hace muecas desde el espejo
cuando nos lavamos los dientes

Todo fluye

Un hombre entra en el río
dispuesto a refutar a Heráclito
Trastabilla
Pierde pié
Es arrastrado por las aguas
Otro hombre será hallado muerto
en un río al que nunca entró
mañana